lunes, agosto 11, 2014

Desapariciones


Que alguien me diga si ha visto a mi esposo, preguntaba la doña; se
llama Ernesto X; tiene 40 años, trabaja de celador en un negocio de
carros. Llevaba camisa oscura y pantalón claro. Salió anteanoche y no
ha regresado y no sé ya qué pensar pues esto antes no me había pasado.

Llevo tres días buscando a mi hermana, se llama Altagracia, igual
que la abuela. Salió del trabajo pa(ra) la escuela. Tenía puestos unos
jeans y una camisa blanca. No ha sido el novio. El tipo está en su
casa. No saben de ella en la PSN, ni en el hospital.

Que alguien me diga si ha visto a mi hijo. Es estudiante de
Pre Medicina. Se llama Agustín y es un buen muchacho. A veces es
terco cuando opina. Lo han detenido. No sé qué fuerza. Pantalón
blanco, camisa a rayas. Pasó anteayer.

Clara Quiñones se llama mi madre. Ella es un alma de Dios, no se mete
con nadie. Y se la han llevado de testigo, por un asunto que es nada más
conmigo. Y fuí a entregarme, hoy por la tarde, y ahora vi que no saben quién
se la llevó del cuartel.

Anoche escuché varias explosiones. Tiros de escopeta y de revólver.
Carros acelerados, frenos, gritos. Eco de botas en la calle. Toques de
puerta. Quejas. Por Dioses. Platos rotos. Estaban dando la telenovela.
Por eso nadie miró pa(ra) fuera.

¿Adónde van los desaparecidos?
Busca en el agua y en los matorrales.
¿Y por qué es que se desaparecen?
Porque no todos somos iguales.
¿Y cuándo vuelve el desaparecido?
Cada vez que los trae el pensamiento.
¿Cómo se le habla al desaparecido?
Con la emoción apretando por dentro.


Rubén Blades

Los Fabulosos Cadillacs


Explotación didáctica (Agustín Yagüe)

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